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Un blog sobre comunicación, creatividad, publicidad y otras perversiones.

Cela, certámenes, culo y creatividad (c de ccc)

Camilo José Cela, con él lo de "ser una esponja" adquirió una nueva dimensión.

Camilo José Cela, con él lo de "ser una esponja" adquirió una nueva dimensión.

“El Cervantes está lo suficientemente desprestigiado y cubierto de mierda como para que a mi me preocupe”. Un año después de soltar esta perla, Camilo José Cela recibía el Premio Cervantes.

No es que yo me quiera comparar con el último Nobel español porque a) no llego ni a la categoría de junta letras b) nunca he recibido un premio profesional c) no soy capaz de absorber litro y medio de agua por el ojete, aunque la verdad es que nunca me he puesto a ello.

Pero lo que comparto con el marqués de Iria Flavia cierto ascogusto respecto a los premios de mi profesión.

Empecemos por el gusto. Somos un gremio tan pagado de nosotros mismos, tan egocéntrico y tan necesitado de atención que desde muy pronto nos vimos en la necesidad de crear premios que nos hiciesen sentir por unos momentos como esos artistas que jamás seremos. En ese aspecto soy tan creativo como cualquiera y me encantaría subir a un escenario a recoger un galardón fingiendo falsa indiferencia.

Continuemos con el asco. Será porque hasta ahora pertenezco al grupo que se queda en el auditorio criticando en voz baja la mierda de pieza que se ha hecho merecedora del metal mientras otros recogen el premio, pero lo cierto es que mi percepción sobre los premios no es muy positiva.

Los premios son el aceite que engrasa la maquinaria del establishment publicitario. Porque sí amigos, también en la publicidad existe el mainstream y el Indie.

La gran industria se reúne anualmente en Bilbao, Cannes, Miami, etc. para promocionar a sus empresas y a sus trabajadores con el fin de seguir captando la atención y el interés de los clientes. Y exactamente igual que sus primos cinematográficos, de vez en cuando abren el palmarés a países exóticos o creativos “independientes”, pero no nos engañemos, el objetivo compartido es cubrirse con una momentánea pátina de credibilidad.

Los que crean que en el Sol se premia a la mejor creatividad publicitaria iberoamericana deben compartir la inocencia de los que piensan que en los Oscar se premia el mejor cine mundial.

Por lo menos en los Oscar o en los Goya vota toda la profesión, o mejor dicho, todos los académicos. Debe de ser que los publicitarios todavía no hemos llegado a la mayoría de edad mental, porque en nuestros festivales los encargados de distinguir la broza de la excelencia son unos señores que son elegidos por (¡oh sorpresa!) haber ganado anteriormente premios. Y así el círculo se cierra. Los que se entregan los premios y los que los reciben son los mismos que organizan el sarao.

Entonces, queridos amigos ¿existe esperanza para todos aquellos que creemos que la excelencia creativa publicitaria merece ser reconocida sin que pese más las plantas que tenga el edificio que acoge la agencia que la calidad de la pieza?

Posiblemente esa esperanza ahora mismo se encuentra en estado embrionario en el día C del Club de Creativos.

A su favor: está organizado por una asociación de profesionales sin ánimo de lucro (la asociación, no los profesionales), hace años que se decidió con gran acierto diferenciar la idea de la ejecución y es económicamente mucho más accesible tanto para las empresas que se quieren inscribir como para los profesionales que quieren asistir.

En su contra: todavía adolece de la endogamia tan enraizada en la profesión. Premiados y premiantes coinciden más de lo deseable. Y sí, sé que los socios podemos elegir a parte del jurado, pero no es suficiente. El siguiente paso, el que sería coherente con la trayectoria y objetivos del Club y que lo diferenciaría definitivamente del resto de certámenes es que sean los socios los que elijan directamente a los premiados, sin intermediarios. La técnica hoy lo hace posible.

En su día lo comenté en la junta directiva del cdec cuando formé parte de ella y no es que cayese en saco roto, es que directamente no había saco. Pero sigo creyendo que no solo sería la solución perfecta para nuestros premios, sino que daría verdadero valor y significado a ser miembro del Club de Creativos. Algo que, sinceramente, no es que ande sobrado.

Bueno, este año nos vemos en Bilbao, ¿no?

Juan HuertasComment